
Creo que muchas veces en este blog he hablado de la imagen, de la importancia que tiene la forma en que nos perciben los demás. De como no es suficiente con ser bueno, sino que también hay que parecerlo (a veces hasta más importante aun).
Un ejemplo claro lo tenemos en el mero acto de apretar nuestras manos con las de otro al presentarnos, de cómo las dejamos inertes o si están frías o sudorosas. Esto aun se sigue teniendo en cuenta de cara a una entrevista o reunión. La otar persona percibe en un mero gesto la seguridad del otro.
Y es que en la sociedad en que nos movemos, aunque no queramos juzgar, el teatro está ahí. Debemos actuar, ponernos nuestro sombrero de directivo, o de lo que nos toque vivir en cada momento, y dar la mejor imagen posible.
En la empresa es especialmente importante a imagen que proyectamos, especialmente en los puestos de gestión o de mando. Debemos presentarnos como alguien firme, seguro, optimista. Alguien que se hace cargo de las situaciones. Todo cuenta en este juego: un buen traje, un corte de pelo acorde, manos cuidadas, incluso el orden que mantengamos en nuestro lugar de trabajo es una proyección de la personalidad hacia los demás.
Pero, ¿Es esta la realidad? ¿Somos nosotros, o somos lo que queremos que los demás perciban?
Somos lo que debemos de ser en cada momento. Tan sólo hace falta saber a qué estamos jugando.
Si, jugando……..
Muy interesantes como siempre tus reflexiones Ibor…y compartidas.
Saludos.
Alfredo